Por P. Miguel Quintanilla, S.J.
Una rana vivía en una pequeña charca junto a un río. Pasó por allí otra rana que había vivido siempre en un lago inmenso.
-¿De dónde vienes? preguntó la rana que vivía en la pequeña charca.
– Del lago de Arareko. Respondió la rana que pasaba.
– ¿Es grande ese lago?
– Inmenso
– ¿Tan grande como mi charca?
-¡Cómo puedes comparar tu charca con el lago¡ Y continuó su camino.La rana que había vivido siempre en la charca se quedó muy pensativa mirando aquella rana que saltando fue desapareciendo por el camino.
Cuento Popular.
Siempre te daré gracias Señor, por lo que has hecho conmigo. Sal 52(51), 11.
El jueves 25 de Agosto fui incorporado definitivamente a la Compañía de Jesús mediante la profesión de mis Últimos Votos. Fue una ceremonia sencilla y profunda a la vez, marcada por un consuelo interno muy peculiar. Estuve acompañado por mi comunidad jesuita en Tarahumara, algunos colaboradores cercanos de CACSTAC (Complejo Asistencial Clínica Santa Teresita, A.C.) y Francisco Magaña, S.J., Provincial de la Compañía de Jesús en México.
Esta confirmación definitiva donde la Compañía me reconoce como uno de sus integrantes, es una nueva invitación a seguir entregando mi vida en plena disponibilidad para la misión que me ha sido encomendada en esta obra. Como sabemos la mayor disponibilidad a la universalidad se da por medio de un envío a un trabajo muy concreto. Con alegría veo ahora confirmado mi proceso vocacional iniciado el 16 de octubre de 1979 en Sisoguichi, Chih.; hoy recupero lo ahí vivido con una actualidad que no había experimentado antes. Desde entonces, lo comencé a ver desde mi Tercera Probación en Cuba, el rompecabezas de mi vida ha ido desplegando poco a poco, sin prisas, una figura. Una figura que se ha ido formado pieza a pieza, de diversas experiencias fundantes que no ceso de agradecer a Dios al volver con regularidad sobre ellas y descubrir, a pesar de mis pensamientos que me suelen engañar, una Novedad. Descubrir a Alguien siempre presente y que me sigue llamando a pesar de mis limitaciones y de mi vivir distraído.
Puedo decir que dentro de mí conviven las dos ranas referidas por el cuento, una de ella que siempre me invita a dejarme conducir a mundos nuevos, más amplios y profundos, mundos donde me está esperando La Novedad en medio de multiplicidad de novedades que se me presentan.
«Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo». San Agustín.
El proceso de salir de mis espacios conocidos atendiendo a una invitación se sigue repitiendo. Si hoy detengo la marcha y recupero lo vivido, volviendo sobre cada pieza que integra mi proceso, incluyendo las piezas oscuras y no tan luminosas, me siento profundamente confirmado al mirarlo a Él en lo vivido, sin distraerme conmigo mismo. Esto me libera interiormente con mucha esperanza hacia el futuro, venga lo que venga. Hoy profundizo en la experiencia de sentirme acompañado siempre por Aquel que lo puede todo, nuestro buen Amo y a quien intentamos servir*. No puedo olvidar a tantas personas mediadoras, dentro y fuera de la Compañía, comenzando por mi familia, que han sido el canal utilizado por Dios para acompañar mi maduración vocacional. ¿Cómo olvidar la sensación de sentirme desterrado y pedir mi readmisión a la Compañía en 1992? ¿O aquella experiencia de vivir sin digestión durante 45 días, 30 de ellos en el Hospital Central de Chihuahua? Mis entrañas, tan maltratadas, se llenan de gozo al recordar aquella tarde de mi reingreso al noviciado el domingo 31 de Julio de 1994 acompañado de mis papás y familia. Aquella sensación de haber vuelto a casa no ha cesado desde entonces, hoy se ha visto confirmada con creces al vivir la Misa de mis Últimos Votos.
Hoy, en la misión que actualmente me ha sido encomendada en CACSTAC en la Sierra Tarahumara, tengo ante mí un mundo completamente nuevo en cuanto a la diversidad de proyectos y la cultura misma del pueblo rarámuri, con su lengua -que se resiste a ser aprendida por mí- que pide de mí un silencio interior muy profundo para percibir qué es aquello que Dios va haciendo con ese pueblo de tan particular historia.
Una de las mociones con las que el Señor me ha sostenido desde que llegué en marzo de 2015 es permitirme sentir la confusión y esperar…esperar con mucha paciencia a que poco a poco se despliegue una figura, como en esos hologramas en los que necesitamos reposar la mirada sin tensiones ansiosas por lograr ver algo. Después de un tiempo y, sin esfuerzo de nuestra parte, nos llega por sí mismo aquello que siempre había estado ahí sin que nosotros nos percatáramos.
Agradezco a todas las personas que me acompañaron estando presentes de muchas maneras…fue un momento que seguirá siendo digno de ser compartido y seguir descubriendo La Novedad en una recuperación. Me encomiendo a su oración y ofrecimiento de todo lo que hagan, especialmente para recibir de Dios el don de la sabiduría para poder seguir acompañado a este pueblo elegido por Dios, del que estoy aprendiendo a vivir y al cual he sido enviado.
Creel, Chih., jueves 25 de agosto de 2016.
Miguel Quintanilla S.J.
«Esperaré a que crezca el árbol y me de sombra, pero abonaré la espera con mis hojas secas, esperaré a que brote el manantial y me de agua, pero despejaré mi cause de memorias enlodadas… esperaré a que llegue lo que no sé y me sorprenda…la tierra y el lamento se abrirán a la esperanza» – Benjamín González Buelta S.J.
*“Padre, hago buenamente lo que puedo, el resto lo hace el Señor que lo puede todo. Con su ayuda todo es ligero y suave, porque servimos a un buen amo” H. Francisco Gárate S.J.