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Dra. Alejandra Terán

Retosachi desde una mirada médica. 150 150 Dra. Alejandra Terán

Retosachi desde una mirada médica.

Mi nombre es Alejandra Terán y actualmente estoy cursando mi especialidad médica. Hablar sobre mi experiencia en la Sierra Tarahumara, específicamente en la comunidad de Retosachi, ha sido un gran desafío debido a la profundidad y el impacto que esta etapa ha tenido en mi vida profesional y personal. Más allá de los conocimientos médicos adquiridos, lo que realmente atesoro es la calidez de la gente y las valiosas lecciones que me brindaron.

Foto: Alberto Munguía, SJ.

Aunque tuve la oportunidad de realizar mi servicio social en la ciudad, elegí con orgullo la Clínica Santa Teresita, que considero la mejor plaza dentro de la Sierra Tarahumara, una región impresionante pero llena de retos. Las majestuosas montañas, los profundos cañones y los caminos accidentados hacen de la sierra un lugar de gran belleza, pero también de enormes dificultades logísticas. Los caminos de tierra, a menudo intransitables, complican el acceso y la distribución de recursos esenciales, revelando la desconexión y la falta de acceso que enfrentan sus habitantes.


Mi primer contacto real con la cultura Rarámuri fue en Creel, quedándome por más de dos años. Más allá de ser conocidos mundialmente por su capacidad para correr largas distancias, producto de la adaptación a su entorno, la convivencia diaria y la comunicación, mediada por nuestro gran equipo de traducción (mujeres rarámuris a quienes estimo enormemente), me permitieron adentrarme en sus historias de vida, comprender su filosofía y conocer de cerca sus problemáticas.

Trabajar en Retosachi, una comunidad remota y de difícil acceso, fue revelador. En ocasiones no contábamos con luz eléctrica, ni hablar de señal telefónica. La geografía accidentada y las condiciones extremas hacen que llegar allí sea un reto considerable. Por lo general, dedicábamos tres días a las jornadas médicas. El primer día partíamos de Creel por la mañana (entre las 7 y 8 a.m.) para llegar a la comunidad alrededor de las 4 de la tarde. Desempacábamos nuestros equipos y nos preparábamos para otorgar consulta desde la salida del sol hasta que este se ocultara. En el estilo de vida rarámuri, no existe el tiempo ni los horarios. Por lo tanto, debíamos adaptarnos a su llegada, independientemente de si contábamos en ese momento con algo tan básico como la luz. A pesar de vivir en aislamiento, los habitantes reciben a sus visitantes con una amabilidad que refleja una profunda nobleza de espíritu. Tras múltiples visitas, la relación médico-paciente se fue estrechando hasta el punto de conocer la dinámica de vida de cada integrante.


Foto: Alberto Munguía, SJ.

El contraste entre la riqueza natural y la desigualdad social en la Sierra Tarahumara es notable. Problemas como la desnutrición y la tuberculosis siguen siendo graves en muchas áreas, evidenciando una profunda desigualdad en términos de acceso a alimentos y atención médica adecuada. Estas realidades subrayan la brecha entre las necesidades de salud de la población y los recursos disponibles.

Foto: Sergio RV

Conocer a Romayne Wheeler, pianista y defensor del pueblo rarámuri, fue fundamental para este proyecto. Su calidad humana y dedicación fueron clave para el éxito de esta iniciativa. La pasión de Romayne por mejorar las condiciones de vida de la comunidad y su habilidad para conectar con la gente demuestran cómo el compromiso personal puede tener un impacto profundo. Le agradezco profundamente a él y a Marichuy por abrirnos las puertas de su casa, permitirnos escuchar su música de primera mano y compartir con nosotros siempre una buena charla acompañada de una taza de café.


Esta experiencia no solo reafirmó mi decisión de especializarme en pediatría, sino que también me hizo reflexionar profundamente sobre el llamado social de mi carrera. El trabajo en Retosachi me mostró la importancia de la atención médica integral y el impacto positivo que puede tener en la vida de los niños y en las comunidades vulnerables. La necesidad de colaborar con comunidades como Retosachi y enfrentar los desafíos persistentes me ha inspirado a seguir trabajando en contextos similares.

Foto: Sergio RV

Mi deseo es continuar colaborando con este proyecto en el futuro para promover un desarrollo sostenible y equitativo. Esta experiencia ha reafirmado mi compromiso con la medicina comunitaria y mi intención de contribuir a mejorar la calidad de vida en áreas desfavorecidas. Confío en que, con más recursos y apoyo, podremos enfrentar los problemas persistentes y brindar a más comunidades la oportunidad de vivir con dignidad y salud. Agradezco profundamente a todos los involucrados en este proyecto y estoy segura de que, con un esfuerzo conjunto, seguiremos marcando una diferencia significativa en el futuro.