Celebraciones

Un camino y un lugar donde anda y habita Dios 150 150 Virginia Flandes del Moral

Un camino y un lugar donde anda y habita Dios

Por Virginia Flandes del Moral, Novicia de las Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación

Podía escuchar los latidos de mi corazón como creo que nunca antes los había escuchado. Mi respiración estaba diferente, como atolondrada. Las piedras, me agradecían por tocarlas, y yo, les agradecía por estar ahí. Creo que juntas, las piedras y yo, nos ayudábamos a subir (aunque a ratos pareciera lo contrario). Así comenzaba el camino para llegar a La Gavilana, mi destino en esta pasada semana santa. Y así supe que este camino y el lugar al que nos dirigíamos me dirían muchas cosas. Terminé la primera subida, para mí, fue como llegar a la meta, pero aún faltaba mucho; ahora, me acompañaban los árboles, y la alegría de poder respirarlos tan de cerca. En la Ciudad de México (donde está mi noviciado) el ruido de la vida apresurada y voraz en muchos sentidos, no me permiten, como quisiera, disfrutar de aquellos seres donde también habita Dios y que en el silencio nos regalan, de hecho, la vida.


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Continuamos el camino, Sebastián iba adelante, y yo, me seguía sorprendiendo por los paisajes y las pequeñas cosas con las que me iba encontrando. Mi respiración ya estaba más tranquila y aunque para la mente había infinitas posibilidades de caer por el barranco, el corazón me animaba a seguir. Creo que andábamos casi a la mitad cuando se escuchó un tambor, era Cornelio. Sebastián me explicó que tocaba el tambor para anunciar nuestra presencia. Había ratos en los que Cornelio caminaba adelante y otros en los que iba detrás de mí, esos eran más divertidos, pues él se reía de mi lentitud y yo me sentía feliz de hacerlo reír, me parecía que su sonrisa era como la de Jesús cuando apenas era un adolescente. Pacería que íbamos a llegar, pero justo en los últimos tramos del largo sendero, me perdí. Otra vez las piedras, me susurraban algo… “no creo que sea por ahí”, decían… y yo sentía que tenían razón. Ya había avanzado un poco cuando me volví, resolví quedarme con ellas y esperar a que alguien apareciera. Me sentí tranquila y confiada en ello y efectivamente pronto vi unos caballos a lo lejos, me dio mucha alegría, pues momentos después apareció también Ernesto, le pregunté sobre Gavilana y me señaló el camino, así como siempre lo hace Dios en mis extravíos. Al avanzar, Sebastián me encontró y continuamos, y después de breves explicaciones sobre mi tardanza…. ¡la luz!, ¡llegamos a La Gavilana!


Me sentía increíblemente feliz de haber llegado, al igual que cansada. Sorprendida y expectante. Así fue como comenzamos la semana santa, ese día, era Domingo de Ramos. ¿Cómo aconteció toda esa semana? Puedo decir que cada día se pintaba con colores diferentes, y que todos eran muy bellos. Las imágenes que se dibujaban me mostraban muchos rostros, pequeños, grandes, y todos juntos me hablaban sobre humanidad, esa que abrazó Dios hasta el extremo. Los matices (sin afán egoísta sino contemplativo) me los guardo en el corazón. Pero sí voy a esbozar algunos, como la celebración del jueves santo por la noche, en la que tanto moros (los buenos) como fariseos (los no tanto), dan diversas vueltas junto con rezos a los alrededores de la capilla. Nosotros estábamos con los moros, también, las imágenes de María y de los santos. Esta actividad se hizo durante toda la madrugada con pequeños intervalos, además se repitió un poco al siguiente día. Mientras participaba en ella, pensaba y sentía que no podía estar más feliz de estar así con Jesús, acompañándolo en esa noche tan dura, no solamente quedando a un lado de él en silencio, sino luchando a su lado, hombro a hombro contra todo aquello que nos aqueja, luchando con el Amor como bandera, junto a tantos otros que al igual que él, quieren y sueñan un mundo más lleno de justicia, paz y gozo. Esta lucha, debo decir, la liderearon las mujeres: Guarupa y Refugia, quienes guiaban y rezaban con todos nosotros. Al siguiente día continuaron las luchas por salvar el mundo, en esta ocasión, cuerpo a cuerpo, como también debe ser, pues la realidad la construimos cada uno, cada una desde lo que somos y creemos…. El tesgüino, el pascol y el chivo no faltaron. El sábado, más tesgüino y más lucha incluso incluyendo pintarse con agua y tierra.

Al final…. ¡el triunfo del bien!


Recuerdo la importancia que tienen los sueños, me dijeron, para los rarámuris, y mientras estaba ahí no podía dejar de pensar en el gran sueño de Dios: su Reino, y en cómo, todo lo que simbolizábamos era una invitación fuerte y constante a hacerlo realidad. También, aparte de los símbolos, pude ver ese Reino ya presente, en las risas de los niños y las niñas, en su desbordante alegría, en sus juegos, en su cariño; en la admirable fortaleza de las mujeres, que incluso, me revelaban tanto a María; en la amabilidad y hermandad de los hombres, que, con una mano y una sonrisa, mostraban que la humanidad tiene mucho más de bueno. Al final, Jesús resucitó, no como un hecho metafísico y aislado; estoy segura que resucitó en cada uno de nosotros de una manera única y diferente, en la tierra, las piedras, y los árboles del camino, en las estrellas, la nieve, el agua y el sol. En mí, resucitó letras olvidadas, poemas sepultados en lo profundo del corazón, reveló fragmentos de mi existencia que ni siquiera imaginaba; de mis heridas, hizo una canción…

Foto: Autor

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El mundo ya no parecía ser el mismo. Ahora puedo decir que fue lo que pensé cuando ya no me encontraba ahí. Al regresar, mi mente parecía tener más confianza, y pude caminar con tranquilidad (aún con respiración atolondrada). Pensaba en todas las personas que conocí y que en ese momento quizás dormían. Mientras yo me alejaba de La Gavilana, la vida seguía su curso. Y aunque nuestras vidas ahora debían continuar por separado, sentía que un pedacito de ellos se alojaba ya en mí.

Se escucha un tenue sonido de tambor a lo lejos, quizás sea alguien que viene a avisarnos algo, también se escuchan algunas risas cerca, tal vez sean Emma, Lirio y Amelia, o Pedro, Guillermo y Luis Rey. Espero que tengamos suficientes galletas, habrá que poner más agua para el café. De pronto el tambor se escucha muy fuerte, tan fuerte que las risas se han difuminado, entonces su sonido lo invade todo, me desconcierto un poco, doy un fuerte respiro y abro los ojos… es sólo mi corazón… son las 5:00am, ya casi es hora de levantarse, afuera los vecinos, el ruido de los camiones y los autos que van aprisa. Entonces me doy cuenta de que desde que regresé de la Sierra Tarahumara…
soy capaz de soñar.

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NORIRUACHI (Semana Santa) 150 150 Eva Holguin

NORIRUACHI (Semana Santa)

Por Eva Holguín, de la comunidad rarámuri Choguita

A continuación se presenta un texto escrito en rarámuri, traducido al español, que narra cómo se celebra la fiesta de Semana Santa dentro de esta cultura. 

Miércoles de Ceniza 

Bachá oí biré nasipa reko biré febrero inárachi. Sinéami kaa napawí mi tiópachi a’ri china jonsa maa oi pariseo awia. Sinibi oméachi wiríami napabú mi teópachi. Pe usani sunisa awía wekáwari taa, a’ri maa ku simiba.

Los danzantes comienzan a bailar desde el Miércoles de Ceniza en el mes de febrero. El grupo de los “fariseos” se junta todos los domingos en la iglesia para bailar. Después de bailar 6 piezas y dar una vuelta a la iglesia bailando, se reúnen a escuchar los consejos de los gobernadores y pedir perdón.


Foto: Beto Munguía, SJ.

Domingo de Ramos 

Maa noríruachi sebama ko (Ramos rawé, español) Rakirówachi (día de ramos) sinéami napawika simiba. Awíami ko bachá sira, umukí ko upaka siro. Ma sisáa ko tiópachi awí. Pe usani sunisa, a’ri wikáwiri taa sunisa, nawésari ra’icha jáwami, a’ri tiópahi norersa ku simiba sinéami ka. Sunisa ko ku rojá pirélchi ku simiba bajisia batari.

Al llegar el Domingo de Ramos se juntan otra vez los danzantes y detrás de ellos van las mujeres, los niños, algunos jóvenes y personas mayores que no pueden bailar y se repite el rito del Miércoles de Ceniza. 

Al terminar de escuchar los consejos de los gobernadores y pedir perdón, todos dan una vuelta más a la iglesia y finaliza la ceremonia con las personas regresando a sus casas a tomar teswino.


Foto: Beto Munguía, SJ.

Lunes de Semana Santa 

Jáwami ko Pariseo (fariseos) rawete (pintos) maa lunes jonsa oí batari batúa toki.

Tanto el encargado del grupo de los “fariseos” como el de los “pintos”, comienzan a moler maíz para preparar el teswino desde el lunes de Semana Santa.

Miércoles de Semana Santa 

Nasípari ko sinéami ka napawí tiópachi nocha arko jawa, a’ri juríasi niwa okuá, biré mukí a’ri bire rijói. Ayenacho kuu napabu. Ma sunisa ko simiba ko’asia mosáwari japi oná bité rawete orúara, a’ri maa ku biterchi simiba.

El miércoles de Semana Santa se junta en la iglesia el grupo danzante de los fariseos para hacer arcos de pino y dos muñecos, un hombre y una mujer,  que representan a los judíos. También juntan leña para prender fogatas en el cerro y cerca de la iglesia en donde bailarán los siguientes días. Cuando terminan este trabajo se dirigen a la casa del encargado del grupo que fue quien preparó la comida para todos. 


Foto: Beto Munguía, SJ.

Jueves Santo 

A’rí jueves checho napawí sinéami ka. Napawí awíami mi tiópachi. Simiba awísia juríasi mutuka. Ayena cho pee usani sunisa awía wekáwari taa ra’ichasa nawésali. A’li maa norero tiópa sinéami ka umukí si. A’ri chiná jonsa ko ma ku simiba.

Bitichí iyé simara japi oná jáwami piré rawete pariseo ko’ásia mosáwari. Ma sumá karírchi simarsa ko jáwami pirelchi, ma ku tiópachi simiba si awisia. Pe siné sunisa ayena cho simiba re’pá rabó na’asia. Echiná ayenacho anera rampora. Pe awíami éena chiná ko na’asa. Ku tiópachi chi’reba awía siné rokó juríasi mutuka. Nasipa rokoi ko ayena cho ko’a mosáwari japi napabusia éeni rawé. Sinéami ka nachútika ko’á. Ma bi’á ko kawíachi simiba ku anero campana. Yencho kurisa ku simiba.

El Jueves Santo se reúnen otra vez los danzantes y acompañantes de la comunidad. Los danzantes llevan cargando a los muñecos que representan a los judíos y bailan con ellos 6 piezas, al terminar nuevamnete hablan los gobernadores, los danzantes piden perdón y dan una vuelta a la iglesia bailando. 

Después de la ceremonia, se dirigen a las casas de los 12 encargados del grupo de los fariseos a comer y cuando terminan regresan a la iglesia a bailar una pieza. Después del baile los danzantes suben al cerro a prender  lumbre  con la leña que recolectaron el día anterior y tocan el tambor. Bajan del cerro, regresan a la iglesia a tocar la campana (3 o 4 veces) y esto da inicio al baile que termina hasta el día siguiente, haciendo una pausa a media noche a comer lo que juntaron anteriormente despúes de comer en las 12 casas a medio día. Esta comida es compartida con las mujeres, niños, y personas mayores que acompañan la ceremonia.


Foto: Beto Munguía, SJ.

Viernes y Sábado Santo 

Napabusia sunú oríbisi niwara japi oná kúchira jáwami pirelchi, japi ona orúara bité nijí echi sunú. Ayena cho ko’á mosáwari nasipa rawe. Ma ari ko ma oí batari bajía. Checho ku simiba tiópachi awísia siné rokó simara awía. Ma bi’á ko sábado ko norersa ku simiba tiópachi anersa campana.

Simiba batari bajísia jáwami pirelchi. A’rí maa pee ku rawé si tiópachi checho juríasi mutuka. Juríasi mi’asia bachá ko sisáa ko awí nawésari ra’ichasa kipusa sinéami ka japi ke nakoka bajima. Ma sunisa ko ra’ícha jáwami.

Ma simiba juríasi mi’asia, bachá jáwaka wapa echi capitán najarapa pariseo yúa. Ma upao ikosia juríasi rawete noká, a’ri maa sunisa ko, maa ku kapona arko, maa simiba oríbisi ko’asia sinéami ka batari bajisia. Maa ku rojá echi awíami. We a awiká a bají japi ona maní batari.

Después de amanecer, se va a las casas del grupo de danzantes fariseos a juntar maíz y llevarlo a casa del encargado del grupo, que es quien hace el pozole que se come el Sábado Santo, después de esta tarea, comen ahí.  En la tarde del Viernes Santo regresan a la iglesia a tomar teswino y bailar de nuevo hasta el día siguiente. 

Al amanecer del Sábado Santo se toca otra vez la campana, dan la vuelta a la iglesia y regresan a las casas del grupo de los fariseos encargados a tomar teswino.  A media noche regresan a la iglesia con los muñecos que representan a los judios. 

Se preparan para “matar” a los muñecos, bailando  en la iglesia 3 piezas, y después escuchan los consejos de los gobernadores y piden perdón. Esta vez  en los consejos se le recuerda el respeto a los demás participantes de la comunidad dentro de la ceremonia, como preparación para tomar teswino.

Se llega el momento de matar a los muñecos que represeantan a los judíos y estos son colocados en una base en donde los capitanes (que son 3) les tiran piedras y a su vez, luchan con los fariseos. Los pintos también les lanzan piedras y para finalizar queman los muñecos. Se toca la campana y se quitan los arcos, cuando terminan van a la casa del encargado de los fariseos a comer el pozole que se preparó con el maíz recolectado. La fiesta se da por finalizada cuando cada quien regresa a sus casas a bailar y tomar teswino hasta que se termine.