Iniciamos una nueva sección, tratando de mostrar un poco más de la historia de la Compañía de Jesús en la sierra Tarahumara. El Hno. Sergio de la Rosa SJ, con ocasión de los 100 años del regreso de los jesuitas a la sierra elaboró un libro en donde nos comparte las vidas de los Hermanos Coadjutores que pasaron por estos lugares y que han dejado una huella imborrable de su presencia. Aquí el primer artículo.
Llega a la Misión de la Tarahumara enviado por el P. Provincial. Según el diario de la casa de Sisoguichi, “El Hno. González Pulido va a Bocoyna a llevar provisiones al Sr. Obispo Guízar y Valencia y sus acompañantes. Ayer los recibió en ese lugar el P. Superior”. No conocíamos la fecha precisa de su llegada, pero en 1972 con motivo de la celebración en la Ciudad de México sus 50 años en la Tarahumara, supimos que fue el 25 de octubre de 1922, procedente del noviciado de Ysleta. El diario de casa no registro su llegada a la misión porque se había interrumpido a principios de 1919 y se continuó hasta el 29 de junio de 1923.
Nació el 25 de Julio de 1898 en Tingüindín, Mich. Ingresó en la Compañía de Jesús el 7 de septiembre de 1920.
Del Hermano Pulido, como la gente cariñosamente le decía, y sus servicios en la Tarahumara, se podrían escribir varios libros; por ejemplo la época en que con una recua de mulas fleteaba al mineral de Maguaríchi los materiales de la mina y también mercancías para algunos comerciantes de ese lugar. En ese tiempo dormía a “campo raso” aguantando los calores del barranco, 40 grados o más, y en las cumbres los fríos y heladas en una de las partes más altas de la tarahumara, donde el termómetro marca, incluso en el mes de mayo, de dos a tres grados bajo cero, y catorce o más en el invierno. El producto logrado por los viajes que hacía a Maguaríchi lo empleaba diligentemente en sostener a la “colonia” y al internado indígena. A su llegada a la misión, después de estar en Sisoguichi, es destinado a la casa de Nonoava en 1923, en donde permanece sólo un año.
Como ya es sabido, por motivos de la ley de Calles en 1926 la Comunidad Jesuita está en dispersión. Aparecen casas de residencia, como en la región de Bakéachi. Algún Padre o Hermano regresa de la misión de Tónachi, también en Samachiki donde aparece el nombre del Hno. Coadjutor Manuel Martínez Aguirre y el del P. Iglesias. Pero el que permanece más tiempo, pese a esas cirncunstancias difíciles, es el P. Lara.
En este tiempo, el hno. Pulido y el hno. José García, permanecen en Sisoguichi con un grupo de niños indígenas, “towises”, hasta que los dos son llevados presos a Chihuahua, por el ejercito al mando del teniente Giner Durán que años después sería gobernador del Estado de Chihuahua. Esto sucedió a principios de 1926. “Mientras están presos, la casa de Sisoguichi es saqueada”. Estando presos conocieron al que por mucho tiempo fue por iniciativa propia procurador de la Misión, don Norberto Valverde, quien les llevaba comida a la prisión. A finales de ese mismo mes, ya están de regreso en Sisoguichi.
En 1927, 21 jesuitas de los 28 que había en ese tiempo, están dispersos por motivos de la persecución religiosa: diez padre, un escolar y diez hermanos coadjutores. Los demás salen de la misión. De los que se quedan sólo aparecen los nombres de algunos, como el Hno. González Pulido, el P. Lara, y el Hno. Sixto Jácquez. El año siguiente continúa la dispersión y termina aproximadamente en el mes de Julio de 1929, en que ya existen condiciones de negociación con el gobierno.
Para 1938, encontramos al hno. Pulido en Creel a causa de la reforma cardenista que también fue persecutoria, ahí les hacía compañía al hno. Prado y al escolar Luciano Blanco. De ahí regresa a Sisoguichi y es destinado a una zona netamente indígena llamada Narárachi a colaborar con los Padres Francisco Pichardo, Juan Navarro y el escolar Luis Felipe Gallegos de 1939 a 1940.
En 1941 lo encontramos nuevamente en Sisoguichi en donde está encargado de la Colonia Indígena y del taller de curtiduría. En Julio cuatro de 1957 se estudia por unos ingenieros la posibilidad de hacer una acequia y lo ven factible. Poco después el hermano Pulido hace realidad este proyecto. El agua del río de Sisoguichi se trajo de arriba, de una parte llamada Bacaratos, a unas pilas que estaban entre las casas de Antonio Molina y de Lázaro González.
En el recuerdo de las personas de esa época quedó esta significativa anécdota: con un hilo de albañil y un nivel de mano, el hno. Pulido con varios de los colonos, hizo el trazo y la acequia, que durante muchos años suministró de agua no sólo a la tenería, sino que fue aprovechada por otras gentes del pueblo para uso domestico, como lavar ropa o fabricar adobes para construir casas que poco a poco fueron supliendo las fabricadas con troncos de pino. También se utilizó en el internado, en el hospital y en la casa de los padres.
Es el segundo Jesuita en permanecer 50 años sin interrupción en Tarahumara. De la antigua Compañía el primero fue el P. Neumann, de origen alemán. En 1982 por el mes de septiembre va el hno. a México a celebrar los 60 años de jesuita y también de su llegada a la tarahumara. Muere a dos años de cumplir 75 años de permanencia y trabajo en la ya Diócesis de la Tarahumara. Sus restos permanecen en el panteón de Sisoguichi. El Hermano fue de los que oraban por la iglesia y la Compañía estando activo en el trabajo. Alguno de los escritores de la Provincia resume la vida del Hno. Pulido en tres palabras: Oración, Trabajo y Servicio. Sabía aprovechar los ratos de conversación para darnos algún consejo a los recién llegados. Muchas más cosas se podrían escribir de Él.
esta padrisimooo la historia