Por Marcos Ortega Silva, SJ
En un ambiente de fiesta y alegría se llevó a cabo la inauguración del Centro Cultural «Ernesto Uranga, S.J.» en la comunidad de Pamachi, ubicada a orillas de las Barrancas del Cobre, los días 29 y 30 de julio, en víspera de la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. El proyecto del Centro Cultural consiste en formar a los niños y niñas de esta comunidad en la dimensión artística, partiendo desde los propios principios culturales del pueblo rarámuri. La música, el dibujo, la pintura, la danza, el arte, la elaboración de artesanías en que se forma a los niños de Pamachi tiene como objetivo fortalecer el modo de vida de este pueblo originario, esto es, un modo de estar en la realidad que es sumamente valioso, aún más en un mundo globalizado, en el cual los grupos étnicos se encuentran en riesgo de desaparición debido al despojo de territorio, la marginación social, explotación laboral y la poca valorización del conocimiento ancestral que poseen. En cada uno de los temas impartidos en este Centro Cultural por maestros y maestras rarámuri hay un esfuerzo por investigar, sistematizar y transmitir el conocimiento ancestral de este pueblo.
La inauguración se realizó en el marco de un Yúmari, una de las principales celebraciones religiosas de los rarámuri o tarahumaras, comenzó el día 29 de julio en el atrio de la Iglesia, con el ofrecimiento de dos vacas en frente de un altar compuesto por tres cruces cubiertas con una manta. En este altar, durante toda la noche del 29 y gran parte del día 30 de julio, dos sawuame (rezadores) cantaron y danzaron dirigiéndose a Onoruame (la divinidad). En este altar también se colocaron ofrendas compuestas por alimentos tales como tortillas, esquiate (bebida de maíz tostado), carne y suwiki (bebida fermentada de maíz). Durante el Yúmari un grupo de matachines (danzantes), tanto niños como adultos, imprimieron una atmósfera de alegría y fiesta a través de su danza al ritmo de la bella música rarámuri de violines y guitarras. También hubo pascol, otra de las más representativas danzas rarámuri, conducida por el pascolero, éste danzante marca el rito y ritmo de la danza al son de los cascabeles que lleva puestos en los pies y la música del violín y guitarra. Los asistentes se incorporan a las distintas danzas según la disposición propia. Además, durante toda la fiesta se estuvo tomando suwiki, también conocido como teswino. Alrededor de la media noche, se comió la sangre de res, acompañada de esquiate y tortilla.
El día 30 de julio, poco antes de comer el tónari (cocido de res que se hace especialmente en las fiestas) y después del rezo rarámuri, del saludo a los santos y el nawésare (discurso pronunciado por las autoridades tradicionales que invita y anima a una sana convivencia social y a la vivencia de las costumbres y valores rarámuri), el pianista internacional Romayne Wheeler, conocido por los medios de comunicación como «El pianista de la Sierra Tarahumara», dio un concierto en la Iglesia, un templo construido a mediados del siglo XVIII. La comunidad rarámuri disfrutó este momento cerda de 2 horas. Romayne, apoyado por un traductor rarámuri, dio una introducción en cada una de las piezas interpretadas, que daba razón de la experiencia o mensaje transmitido en ellas. Este pianista, desde hace unas décadas, ha optado por una vida sencilla entre los indígenas y su música está inspirada tanto en la música rarámuri como en sus experiencias en la Sierra. El piano usado para el concierto será uno de los instrumentos musicales que se espera que los niños y niñas aprendan a tocar en el Centro Cultural.
El proyecto tiene como uno de sus objetivo trabajar en una constante y profunda vinculación con la comunidad, debido a esto la inauguración del Centro se llevó a cabo en el contexto de una fiesta o celebración rarámuri. Este objetivo es de suma importancia, ya que son los miembros de esta comunidad (ancianos, músicos, danzantes, artesanos, autoridades, padres de familia, etc.) los principales conocedores y transmisores del modo de vida rarámuri. Otro hecho importante es que el 100% de los niños y niñas son rarámuri, los maestros manejan perfectamente su lengua materna y el español. Ellos se sienten orgullosos de su identidad indígena y practican sus creencias al mismo tiempo que están abiertos al resto del mundo al tomar elementos como el uso de las nuevas tecnologías de comunicación e información, el conocimiento académico, etc.
El Centro Cultural «Ernesto Urganga, S.J» lleva el nombre de un gran misionero jesuita de mediados del siglo XX, de quien la gente conserva la memoria de su trabajo en la comunidad de Pamachi. El Padre Uranga murió en los años 60’s, a temprana edad, en un accidente de avioneta mientras piloteaba de Pamachi a otra comunidad cercana. Pamachi es una de las misiones jesuitas que comenzó en el siglo XVII y que persiste hasta la actualidad donde se conserva gran parte de la cosmovisión, religión y organización social propia de los rarámuri, en un contexto de violencia provocado por el crimen organizado, el narcotráfico, la marginación social, el despojo de sus bosques y tierras, la explotación labora en los campos agrícolas fuera de la Sierra donde los rarámuri migran. La vida ha persistido ante la muerte, la alegría ante la tristeza y la esperanza ante los aparatos de muerte en este loable pueblo.